lunes, 22 de junio de 2020

LAS LUCHAS CONTRA EL RACISMO Y EL COLONIALISMO INTERNO EN ESTADOS UNIDOS.

Por: José Eulícer Mosquera Rentería.

El sistema capitalista por su naturaleza es clasista, colonialista, eurocéntrico y racista. Y el colonialismo o neocolonialismo capitalistas, se practican hacia afuera y hacia adentro de las metrópolis y países satélites. De tal manera que cuando las potencias capitalistas aprobaron en la Conferencia de Berlín de 1885, mantener a África bajo el colonialismo y la marginalidad social extrema, estaban también incluyendo a la diáspora africana que había nacido con la época de las colonias feudo/esclavistas.

Es decir, el racismo y la discriminación racial son lacras estructurales del capitalismo, que el colonialismo y el neocolonialismo hicieron universales con su pretensión de justificar la expoliación y la opresión sobre los pueblos étnicamente diferentes a los europeos y sus más cercanos descendientes.

Por ello, hasta los años de 1960 los trabajadores afroestadounidenses devengaban un sueldo o salario hasta 20 veces por debajo de un trabajador euroestadounidense, europeo o blanco, igual que ocurría en Sudáfrica, en el Congo y demás países africanos neocolonizados, y en las Américas en general, donde han hecho presencia las compañías gringas y europeas. Al tiempo que los europeos y sus descendientes han disfrutado de una vida decorosa, opulenta y de grandes privilegios, mientras los no europeos fueron sumidos en la marginalidad social y condiciones de vida degradantes y humillantes, incluidos chicanos y latinos en USA. Los colonialistas establecieron unas sociedades donde inicialmente los no europeos no tenían derechos ciudadanos plenos, mucho menos a elegir y ser elegidos a medianos y altos cargos de los Estados, legislativos o de las administraciones coloniales. De allí que lacras sociales como el racismo, la discriminación racial, étnica y nacional, solo podrán superarse con el cambio de sistema socioeconómico, con el entierro del capitalismo.

Lo anterior motivó a que los líderes afroestadounidenses de principios del siglo pasado, encabezados por William Edward B. Du Bois y George Pademore, enarbolaran las luchas por los derechos civiles de los afroestadounidenses y presentaran ante el Movimiento Obrero y Socialista Mundial, en los años de 1930, el proyecto de constitución de la Federación Mundial de los Trabajadores, y ante la Conferencia de San Francisco, donde se creó la Organización de Naciones Unidas, ONU, en 1945, el proyecto de constitución de una instancia que garantizara la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y la igualdad de derechos de los trabajadores, “a igual trabajo, igual salario”, sin importar raza, nacionalidad, credo político ni religioso, como doctrinas del Derecho Internacional. Y apoyados en estas propuestas y otros hechos derivados de las guerras mundiales, nacieron la Organización Internacional del Trabajo, OIT, la Federación Sindical Mundial y los convenios internacionales que protegen a las minorías, emigrantes, grupos étnicos e indígenas o aborígenes.

Como dice el maestro Manuel Zapata Olivella, en su obra Las Claves Mágicas de América, al final del colonialismo europeo, parece que las burguesías de los nuevos países que emergieron de este doloroso proceso se hubieran puesto de acuerdo para exterminar a los descendientes de los esclavizados africanos, bajo el temor que en un futuro fueran a reclamarles indemnizaciones y compensaciones por los siglos de esclavización y de trabajo robado, y compartir las riquezas y el bienestar social derivados de los procesos productivos y de generación de ingresos.

Primero quisieron exterminar a los africanos y sus descendientes utilizándolos como carne de cañón en las guerras independentistas, y cuando no pudieron lograrlo, tomaron el camino de desterrarlos a los lugares más inhóspitos con las manos vacías y en muchos casos semidesnudos, para que las condiciones ambientales, las fieras, el hambre y las enfermedades se encargaran de aniquilarlos. Sin embargo, los africanos y sus descendientes recurrieron a la resistencia aferrándose a sus prácticas y saberes ancestrales, y sobrevivieron. Es allí cuando los opresores burgueses recurren a las estrategias y tácticas de mantenerlos pasivos, intimidados con el terrorismo racista y los crímenes selectivos, para poderlos continuar expoliando como mano de obra súper barata, cuestión que queda refrendada por la Conferencia de Berlín de 1885.

Por lo anteriormente dicho, no es de extrañar que en el país capital del capitalismo se continúen presentando hechos racistas cargados de odio y de crueldad, como los ocurridos recientemente con George Floyd y otros afroestadounidenses. Hechos que han venido a llenar el vaso de la paciencia del pueblo afroestadounidense y de la gente humanista, consciente, democrática y progresista de Estados Unidos y del mundo, lanzándolos a las calles con ira, reclamando acabar de una vez por todas con las prácticas racistas y discriminatorias, y el establecimiento de un nuevo ordenamiento social. Tanta es la indignación que en medio de la pandemia de la covid 19, ya va a cumplirse un mes de manifestaciones callejeras ininterrumpidas, que han contado con réplicas y con la solidaridad por todo el mundo.

Como le dijo el Comandante Fidel Castro a Malcolm X: “Primero se da una gran revuelta social en Estados Unidos, antes que triunfe la contrarrevolución en Cuba”.

Todo indica que las cosas en USA no serán lo mismo. Pues provocado por estas masivas y valientes manifestaciones, se vienen produciendo cambios en el funcionamiento de las policías de los diferentes estados, se están desmantelando divisiones enteras de las mismas, las multitudes se toman sedes gubernamentales y policiales, reaparecen expresiones organizativas armadas como las Panteras Negras y el Poder Negro, con actitud plena de dignidad y de heroísmo; y se encuentra en claro riesgo la reelección del supremacista y bipolar Trump en las próximas elecciones presidenciales de noviembre.

Recientemente ha dicho uno de los más reconocidos estudiosos de la historia y de las problemáticas sociales de Estados Unidos, Keeanga-Yamahtta Taylor: «Estas no son solo repeticiones de eventos pasados. Estas son las consecuencias de los fracasos de este gobierno y el establecimiento político para resolver estas crisis… Por lo tanto, sabemos que la esperanza de vida de los hombres y mujeres blancos comunes se ha invertido, algo que, por cierto, no suele suceder en el mundo desarrollado. Y está impulsado por la adicción a los opioides, el alcoholismo y el suicidio. Y así, esta generación, cuyas vidas realmente, ya sabes, si te has graduado de la universidad, tu vida ha estado entre corchetes a comienzos del siglo XXI, por la recesión y ahora por una pandemia mortal. Entonces, creo que estamos viendo la convergencia de una rebelión de clase con el racismo y el terrorismo racial en el centro de la misma. Y de muchas maneras, estamos en un territorio desconocido en los Estados Unidos”.

Por su parte el periodista e investigador social, Alfredo Sequel, afirma: Hay diversos tipos de racismo, como el “etnocentrista”, “simbólico” y “biológico”, todos desarrollados en sus orígenes desde conformaciones imperiales expansionistas, con una ideología transversal desde occidente, en diferentes grados, que tiene como modelo mirar sus propias estructuras sociales, políticas, culturales como formas superiores frente a otras, con la creencia de poder oprimir, dominar, controlar, negar, invisibilizar o suplantar a otros/as diferentes. El racismo se expande a través del colonialismo (hoy neocolonialismo), que se distribuye de forma estructural y que establece numerosas formas de relación desigual y discriminatoria. Sus orígenes se basan en la expansión de imperios, en su mayoría occidental como Roma, Francia, Bélgica, Germania, España, Portugal y muy especialmente el británico, antesala a la conformación del imperio en Estados Unidos y luego desde ahí, el desarrollo del imperio sionista israelí en territorio Palestino-árabe. Todas estas estructuras de poder político bélico y mercantilista, tuvieron fines expansionistas y competitivos, causantes de numerosos genocidios, masacres y el sometimiento a diversos pueblos y sus culturas en África y América principalmente, involucrando a cientos de millones de personas de la población originaria que han sido de una u otra forma víctimas del colonialismo, cuyo propósito de fondo, fue y ha sido, la explotación de la naturaleza para fines industriales y de acaparamientos, como sigue ocurriendo en estos continentes y hoy ampliamente en los demás continentes”, donde también el imperio USA viene matando y desapareciendo a miles de personas, y a otras dejándolas lisiadas o bajo crueles torturas y acusaciones infundadas en cárceles clandestinas y flotantes en alta mar, para evadir cualquier jurisdicción nacional o internacional, por el solo hecho de procurar su independencia nacional y defender las soberanías de sus países. Es decir que el imperio yanqui, viene haciendo lo que se le viene en ganas con la humanidad, no respeta leyes ni convenios, ni tratados internacionales.

Reaparecen las Panteras Negras y personas blancas se arrodillan en señal de protesta por el asesinato de Floyd y el racismo en USA

Precisamente por ello, el vil asesinato de George Floyd por la policía de Minneapolis ha desencadenado masivas protestas en cerca de 100 ciudades de Estados Unidos, respondidas con una salvaje represión de los cuerpos policiales y de la guardia nacional. Las manifestaciones son iguales o mayores que las históricas de 1968, año de gigantescas marchas por los derechos civiles, contra la discriminación racial, la guerra de Vietnam y el asesinato de Martin Luther King. También, hacen presencia masiva en las manifestaciones jóvenes latinos, blancos y asiáticos, además de los negros, y se replica este tipo de manifestaciones en otras partes del mundo, como un hecho solidario de alto impacto social. Es decir que, esta enorme explosión social se produce no solo por los viles asesinatos de afroestadounidenses y pobres por parte de la policía yanqui como hecho cotidiano, sino también de gentes latinas, africanas y asiáticas, dentro y fuera del territorio USA. En el caso de USA, según la Oficina de Estadísticas de Justicia, en solo 10 meses, desde junio de 2015 a marzo de 2016, se han registrado 1348 muertes relacionadas con arrestos, un promedio de 135 mensuales y casi cuatro por día, muy por encima de las estadísticas de otros países desarrollados, a parte de las miles de muertes causadas por el Ejército de Estados Unidos en otras partes del mundo. Por lo cual uno se pregunta: ¿Dónde están los voceros y “defensores” de derechos humanos de la ONU, OEA, Human Wright y de otras corporaciones internacionales dedicadas a esta temática, frente a las atrocidades que vienen cometiendo los gobiernos de USA, dentro y fuera de su país?

Los viles asesinatos de George Floyd y de otros afroestadounidenses que han ocurrido en estos días a manos de la policía de Estados Unidos, han venido a llenar la copa de la paciencia de los ciudadanos del mundo, frente al régimen imperialista, neocolonialista, tirano, fascista y despótico que representa el señor Donald Trump. Es decir, que como afirmara Fidel Castro, a comienzos de este siglo, la globalización también se les va convirtiendo en un búmeran a los imperialistas, porque va globalizando con mucha fuerza las luchas y la solidaridad militante entre los pueblos del mundo. Azabache, junio de 2020.

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